10. En el libro se hace mención de mujeres llegando al Nuevo Mundo: Doña Angélica, Doña Catalina, Juanillo. ¿Fueron las mujeres muy numerosas en los primeros viajes?

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María Elena: 


Fueron numerosas, en nuestra novela, se mencionan a tres representativas de muchas de ellas: 

1. Doña Catalina. Su esposo D. Adolfo, llegó a América enviado como Escribano Judicial y la dejó en Sevilla pues estaba embarazada. Se reunió con él, a los cuatro años, llegó con su hijo nacido unos meses, después de ser abandonarla. Se adaptó a la nueva vida con facilidad.

2. Doña Angélica, enviada con otras muchas, por la Reina Isabel, a matrimoniar con los soldados solteros o viudos, eran jóvenes de la nobleza, seleccionadas para traer el espíritu  de la nueva España, surgido alrededor de la Reina. En la Corte hay mujeres y una destaca sobre todas: Beatriz Galindo, la principal de las llamadas pullae doctae (niñas sabias).  Isabel de Castilla mantuvo siempre una gran preocupación por su propia formación intelectual y la de sus hijas. La reina contrató a Beatriz Galindo como preceptora de las infantas, en particular para instruirlas en el manejo de distintos idiomas. En aquella época hablar latín era realmente importante. Su esposo Fernando la dominaba porque había sido educado para ser rey, en cambio, Isabel no lo hablaba con fluidez pues no había nacido como heredera. Galindo había asombrado a los maestros de la Universidad de Salamanca por su dominio del latín, se la empezó a conocer como La Latina. Después de enviudar y morir Isabel, se marchó a Madrid con sus hijos, allá fundó un hospital y dos conventos y murió en 1535. Madrid le dedicó con su sobrenombre: La Latina; un barrio, un distrito y hasta una parada del Metro. Durante años pasé por ella de ida y vuelta al trabajo. 

3. Juana, la conocimos como una niña de 13 años. Se hacía pasar por chico, como tal llegó de grumete en uno de los viajes. Se buscaba la vida como Juanillo, trapicheando por el puerto donde la conoció Dieguito y con él se enroló en el ejército de Pizarro camino del Perú. Después se casó con uno de sus compinches de andanzas. Consiguió para él el nombramiento de Encomendero y se manifestó de nuevo como mujer, capaz de actuar como Encomendera. 

Por supuesto, también llegaron religiosas y como no, prostitutas. 

Todas esas mujeres dieron un fuerte impulso a la colonización creando familias, en muchos casos participando en la educación de las nativas.

En la actualidad, algunas gentes, siguen todavía viendo en la Edad Media una etapa de la historia occidental muy oscura, bárbara, violenta, supersticiosa, represiva y misógina.

Pero la valoración de la mujer en la sociedad medieval, depende de con qué época la comparemos. Claramente, la situación de la mujer en la Edad Media era peor que en la actualidad (pero solamente en la vieja Europa y algunos países de América) pero mejor que en el periodo anterior (Imperio Romano) Y también mejor que en los siglos posteriores (siglos XVI al XIX).

El Derecho Romano utilizado durante el imperio romano y fue rescatado por las monarquías absolutistas en el siglo XVI, fue mucho menos favorable a la mujer que el Derecho de origen germánico, además impregnado de cristianismo.

La gran medievalista francesa Regine Pernoud en su libro "La mujer en tiempo de las catedrales" enseña:

-"El apogeo (de la mujer) correspondería a la era feudal, desde el siglo X hasta fines del XIII [...]; es indiscutible que por entonces las mujeres ejercen una influencia que no pudieron tener ni las damas partidarias de La Fronda en el siglo XVII ni las severas anarquistas del siglo XIX"

Por ejemplo, en Roma la mujer no podía cumplir ninguna función administrativa: ni en la asamblea de los ciudadanos, ni en la magistratura, ni en los tribunales. La mujer no era sujeto de derecho era únicamente un objeto, poseído por el padre y luego por el marido

Los historiadores hablan de la costumbre romana de matar a las hijas no primogénitas. Los tratados de Derecho Privado romanos lo llamaban: "Desaparición forzada de las hijas menores".

El padre conservaba a sus hijos varones por necesidades militares, salvo si tenían malformaciones o parecían demasiado enfermizos, pero solían conservar a una sola hija: la primogénita. Era completamente excepcional, una familia romana con más de una hija.

Hasta el año 390, cuando la ley civil retira al padre ese derecho. Con la difusión del Cristianismo desaparecía la primera y más decisiva de las discriminaciones: tenían derecho a la vida tanto las niñas como los niños.


Pedro: 

    La emigración clandestina -relativamente fácil y según parece frecuente- tuvo especial incidencia entre las mujeres. Y al ser, sobre todo, unos viajes encubiertos sus datos son difíciles de localizar.

   En un documento fiable del Supremo Consejo de Indias, se asegura:

   -De los 45.327 emigrantes llegados en los cinco primeros años, 10.118 eran mujeres. De quien se conoce su procedencia, con seguridad: 50% eran andaluzas, el 33% castellanas y el 16% extremeñas.

     Durante esta época se habla de hasta setenta y dos oficios desempeñados por mujeres: tenderas, panaderas, curtidoras, zapateras, calceteras, silleras, trovadoras, campesinas, etc.

    En ese Documento también se habla de las circunstancias que rodeaban a esos viajes: Los barcos eran dirigidas por 1 o 2 oficiales, manejadas por la tripulación (10 o 12 marineros) y una treintena de pasajeros. Algunos animales: yeguas y vacas embarazadas, así como ovejas y cabras. También algunos árboles: vides, olivos y semillas.

   Todos convivían con pulgas, chinches, piojos, cucarachas y ratas.

    No existían los camarotes personales -excepto para el capitán- por ello cada noche, los pasajeros debían acomodarse en cualquier rincón, en un espacio que, en la mayoría de las ocasiones, no superaba el metro cuadrado por persona.

   No nos resulta fácil imaginar la vida en esas naves, durante un mes -más o menos- con la incertidumbre debilitando el valor, en cada noche y cada nuevo día, rumbo a lo desconocido. A veces la mar se presenta tan tranquila, parecen estar detenidos en mitad de la nada: imposible avanzar. Otras veces, la tormenta es tan grande que amenaza la seguridad de la carga y de las personas, creando momentos de tensión y angustia.

   Sin pensar en las situaciones higiénicas durante el viaje, con el aseo limitado y los malos olores potenciados; además debemos resaltar la situación personal de aquellas mujeres -particularmente pudorosas- sin ningún lugar donde preservar su intimidad. Y así un día y otro, una semana y otra. Con la esperanza de alcanzar la meta en un lugar extraordinario y lleno de misterios ¿Cuántas veces habrían escuchado hablar de esos lugares: ríos inmensos, montañas nevadas, cataratas y praderas cubiertas de flores?



A orillas del Virú - 2021
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