3. ¿Cuál es la característica fundamental y distintiva de la Aldea?

Maria Elena: 

   En esta Aldea, nos encontramos con una sociedad donde las mujeres ejercen la autoridad, suena muy raro, pero en esta zona del Perú, se han encontrado testimonios de esa situación. En varios enterramientos, nos encontramos con vestigios de comunidades matriarcales. 

   La Señora de Cao es, por ahora, la más interesante. Todos los estudios realizados la muestran como una Señora con autoridad, no solo religiosa o brujeril -como suelen suceder con mujeres en las culturas occidentales donde las mujeres podían ser sacerdotisa o brujas- sino social y militar. 

   Su tumba se encontró en un Templo de la Cultura Moche conocido como Huaca Cao Viejo, en la región llamada La Libertad, en el norte del Perú. 

   Tenía con ella símbolos religiosos y también militares -como dos enormes porras metálicas- eso ha sido interpretado, como evidencia de esa autoridad. Ostentaba el poder político: en el Valle de Chicama en el año 400 después de Cristo, es una época muy antigua, casi mil años antes de la llegada de los españoles y de la expansión del Tahuantinsuyo. 

   Se puede sostener, como algo frecuente, ese estatus entre las mujeres. En la actualidad hay otros indicios -todavía- sin clara confirmación, pero muy sugerentes. Sin olvidar una realidad, apenas hace unos años han comenzado, los estudios arqueológicos de modo sistemático, además son muy numerosos los sitios merecedores de ser estudiado en profundidad.

Pedro: 

Hablan de esas Señoras, las crónicas de los primeros españoles, al comenzar sus andanzas por el Perú. Así el cronista Cieza afirma: en 1528, durante el segundo viaje de Pizarro a estas tierras, los soldados españoles tuvieron trato directo con dichas Señoras. Hasta el extremo de relatar como Pedro Halcón, uno de esos soldados, pretendió quedarse en una aldea, para matrimoniar con una Señora. Se presentó ante Pizarro exigiéndoselo imperativamente, ponderando la belleza y juventud de la candidata, sin embargo, Pizarro no aceptó esa propuesta, entre otras razones, porque el tal Halcón tenía fama en el campamento pues "era de poco juicio" y muy enamoradizo. 

A aquellas Señoras hasta "las conducían en andas" e inclusive podían ejercer la poliandria a su antojo, teniendo libertad de escoger consortes y por "cantidad".

Por todo ello, no sorprende sea una mujer la máxima autoridad en la Aldea descrita en nuestra novela. En medio de culturas claramente machistas como los chimús, mochicas e incaicos, al parecer, permanecía en algunas aldeas del norte del Perú, la cultura Caral, mucho más antigua. Por los descubrimientos arqueológico con una mayor igualdad social, hasta el punto de no ser raro ver a una mujer con el poder supremo. 

Estas aldeas se encontraban -rodeadas y sometidas- por esos imperios militaristas, en constates guerra, para ampliar las conquistas territoriales y de este modo ganar más prestigio y riqueza. Parece ser cierta la existencia de aldeas individuales o todas las de un valle concreto, con peculiaridad especiales de organización: religiosa, social, económica y hasta militar.

Pacíficos agricultores y comerciantes, sin ejército, venerando a la Luna y gobernados por una mujer.